Gianni Rodari, Gramática de la fantasía.

“Siempre hay un niño que pregunta: ¿cómo se inventan las historias?, pregunta que merece una respuesta honesta”
(del “Prefacio”)

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Publicado tal como actualmente lo conocemos en el año 1973, la Gramática de la Fantasía es el producto de diversas meditaciones que ocuparon a su autor durante el período 1937-38, las cuales fueron adoptando en diferentes momentos diversos modos de publicación. Todo comenzó, según nos cuenta Rodari en el “Prefacio”, a partir del encuentro que tuvo con una frase del romántico alemán Novalis, cuyo contenido versaba: “si tuviéramos una Fantástica, como hay una Lógica, se habría descubierto el arte de inventar”.

El libro se propone como una sistematización en torno a la función de la imaginación y cómo puede ésta convertirse en instrumento de la educación, no solamente lingüística, de los niños. Gramática de la Fantasía constituye un clásico en la materia, cuya consulta no pueden eludir aquellas personas que crean en “la necesidad de que la imaginación ocupe un lugar en la educación” (p. 8)

El libro está compuesto por cuarenta y cuatro artículos, además de diecisiete fichas finales, en las que se plantean cuestiones teóricas, prácticas y técnicas sobre “el arte de inventar historias”, como está indicado en el subtítulo. Resulta de interés destacar el artículo “Imaginación, creatividad, escuela”, en el que sin titubeos Rodari expresa que, “a condición de no vivir en una sociedad represiva, en una familia represiva, en una escuela represiva”, es posible “una educación hacia la creatividad” (p. 163). La función creativa es considerada no sólo en relación con las artes, sino también en vinculada a la ciencia, la técnica, la vida cotidiana.

El libro de Rodari tuvo importancia central en los Talleres de Escritura que a partir de 1984 emprendieron las recientes egresadas de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires, que luego se convertirían en profesoras del Taller de Expresión I de la carrera de Comunicación Social de la misma Universidad. Nos referimos a Gloria Pampillo y Maite Alvarado, quienes se habían conocido años atrás en el grupo Grafein, coordinado por Mario Tobelem, colectivo que funcionó durante el período 1975-1980.

De los Talleres mencionados, llevados a cabo por Alvarado y Pampillo, surgió un breve texto editado por Libros del Quirquincho en 1988 que ejerció influjo en el campo de la Didáctica de la Lengua y la Literatura en nuestro país. Su título es Talleres de escritura. Con las manos en la masa, que puede consultarse en nuestra Biblioteca. Sintéticamente, las autoras criticaban una deficiencia de las carreras de Letras, en las que la escritura, según ellas, ocupa un lugar secundario, muchas veces nulo, y no se dedica a la formación de escritores sino a la de “tomadores de apuntes”, situación que acentúa la paradoja de que sus mismos egresados se convierten luego en docentes reproductores de esos modelos ágrafos en las escuelas.

Ya iniciada la década de los ’90, también en los Libros del Quirquincho, Maite Alvarado editará junto a Gustavo Bombini y Daniel Feldman El nuevo escriturón, libro que contiene desopilantes y extravagantes actividades para escribir. Esas propuestas están, indudablemente, inspiradas en el texto de Rodari; su artículo “Fantasía y pensamiento lógico” parece haber funcionado a modo de dogma para aquellos autores: “el aburrimiento es enemigo del pensamiento” (p. 172). Quienes tengan oportunidad de consultar los textos mencionados podrán comprobarlo; y como enuncia el autor en el “Prefacio” a Gramática de la Fantasía, “no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo” (p. 8).

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